miércoles, 17 de agosto de 2011

DECIR TE QUIERO


Si deseas decir  “Te quiero”
A la gente de tu casa
Al amigo cerca o lejos
En vida, hermano, en Vida...
A. Rabatte

Por Claudia del Valle

Hace 23 años murió mi padre. Un ser maravilloso, trabajador, responsable hasta los huesos, sobreprotector,  muy sencillo y de extracción humilde. 

No fuimos tan cercanos como hubiera querido, más por un tema cultural, creo, que hacía que se mantuviera lejano, distante, como el padre protector de la época, al que se respetaba, pero también se temía. Padre de 5 hijas, hoy entiendo muchas de sus acciones para “protegernos” de este mundo alocado  y sin sentido.

Sus últimos días los pasó en la unidad de cuidados intensivos, visitas restringidas, una sola persona con él, muchos cuidados. 

Recuerdo que nos turnábamos para las visitas, pues todas queríamos estar con él, sabíamos, por su situación clínica que no le quedaba mucho tiempo con nosotros. 

 A mí me correspondió el jueves, así que me propuse pasar el mejor tiempo con él, aprovecharlo al máximo, decirle todo lo que por miedo, o respeto no le decía, contarle de mi vida, y especialmente decirle cuanto lo quería. Preparé la visita, llevé conmigo el estuche para arreglarle las uñas, y me dispuse con todo el ánimo a pasar un buen rato con mi papá.

El primer impacto fue verlo, demacrado, lleno de sondas por todas partes, y sus ojos, nunca olvidaré su mirada. Traté de obviar esas cosas y de compartir con él. Sin embargo, él adoptó la actitud de siempre: lejano, callado, distante.

Obviamente me molestó, y bueno, con la madurez de los  19 años, no supe responder a eso, solo me encerré en mi misma, tampoco hablé, le di un beso en la frente, y me senté a su lado a mirar la TV. Le pregunté algunas cosas, pero él, parco como siempre, me contestó con monosílabos. Así que no cumplí con ninguna de las ideas que llevaba en mi mente. Cuando me fui, traté, me esforcé en decirle que lo quería, pero no lo hice. Pensé: “otro día”. 

Pues bien, no hubo otro día, ese sábado papá murió. 

Así que además del dolor de su partida, de la ausencia, de saber que no iba a verlo más, tenía esa sensación horrible de no haberle dicho que lo quería. No había justificación para eso, aunque él se portara como se portara, yo he debido decírselo. Me torturé mucho tiempo con esto, y finalmente entendí que no había nada que pudiera hacer, y solo me queda esperar y asumir que él donde sea que esté sepa que lo amo y que siempre lo amaré.

Así que desde ese día me juré a mí misma que nunca más alguien a quien yo quisiera se quedaría sin saberlo. A veces no es fácil, porque el ego no lo permite, porque creo que esa otra persona va a responder de manera inadecuada. Sin embargo, con el tiempo, he entendido que es algo que hago por mí misma, por sentirme bien conmigo al decirlo, que si la otra persona lo recibe bien, que bueno, y la verdad siempre ha sido así. Siempre he recibido de regreso una sonrisa o una frase como “Yo también”. Porque esas personas a las que quiero son cercanas a mí, me conocen y las conozco. Esas personas también me quieren.  Así que el miedo se fue.

Vivimos en una sociedad que rechaza el amor, que evita las expresiones cariñosas; mientras menos muestre mis sentimientos mejor, menos sufro; no puedo mostrarme débil, como si el amor fuera una enfermedad, siendo algo que nos une y nos protege por toda la eternidad. 

Esa coraza que colocamos para impedir ser heridos, nos impide también acercarnos al otro, conocerlo, vivirlo, nos impide amar y ser amados, y luego, es demasiado tarde. Nos podemos quitar la coraza, pero es demasiado tarde.

Esta es mi recomendación:

 Siempre dile Te quiero a quien deseas decírselo.  No te lo guardes, expresa, no sabes hasta cuándo va a estar esa persona aquí para que te escuche.  No sabes si habrá “Otro día”. Deja el ego a un lado y di lo que sientes. Verás lo que sucede. Si esa otra persona no lo entiende, no importa, tú ya cumpliste, ya pusiste en movimiento la energía universal y esa misma energía retornará a ti con más y más amor. 

En vida hermano, en vida.

NAMASTÉ.

2 comentarios:

  1. Claudiña es muy hermoso y cierto lo que colocas....a mi me paso algo "parecido pero diferente", mi papá y yo eramos los mejores amigos, siempre estuvo muy pendiente de mi, todo el tiempo nos deciamos lo mucho que nos queriamos, hasta que un día tuvimos una discusión y tanto el como yo eramos muy orgullosos, decidimos no hablarnos y ver quien "daba la patica", dos meses después de la discusión el murió de un infarto severo al miocardio....fue muy pero muy duro para mi, saber que el gran amor de mi vida se había ido para siempre y sin decirnos adios....desde ahí aprendí que nunca debemos dejar pasar un día y acostarnos en la noche sin haber hecho las pases con nuestros seres queridos

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    1. Otra cosa que nos une Sandrita...y como siempre, de cada situación debemos aprender, y sacar lo mejor, ahora sabemos que no podemos esperar, porque tal vez, no haya otra oportunidad.
      :)

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